Por regla general, los módulos fotovoltaicos están compuestos de silicio, vidrio templado, aluminio, cobre y materiales semiconductores. El silicio, un elemento que suele encontrarse en la arena, tiene propiedades conductoras que le permiten absorber y convertir la luz solar en electricidad. Cuando la luz interacciona con una célula de silicio, hace que los electrones se pongan en movimiento, lo que inicia un flujo de corriente eléctrica en un proceso conocido como «efecto fotovoltaico».
Una planta de energía solar consta de una serie de módulos solares conectados a equipos de transformación eléctrica que convierten la energía del sol en la electricidad utilizamos en nuestras casas. Al igual que las centrales eléctricas tradicionales, las plantas solares suministran energía a la red eléctrica para distribuirla a las empresas y hogares de las comunidades vecinas.