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Almacenamiento de energía

Según la Asociación de Almacenamiento de Energía, el químico de Exxon Stanley Whittingham desarrolló el concepto de las baterías de iones de litio en la década de 1970, y Sony y Asahi Kasei crearon el primer producto comercial en 1991.

Las primeras baterías se utilizaron para la electrónica de consumo, por ejemplo, en los teléfonos móviles. Ahora, gracias al éxito y la fiabilidad que demostraron estas baterías de iones de litio, numerosas empresas han desarrollado celdas de mayor tamaño para su uso en aplicaciones de almacenamiento. Las baterías se utilizan para almacenar energía cuando se genera un exceso de electricidad y volcarla a la red eléctrica cuando más se necesita. Esta evolución ha sido posible gracias a los rápidos avances en la tecnología de baterías, basados en el uso generalizado de los teléfonos móviles, los ordenadores portátiles y los vehículos eléctricos.

Además de las baterías de iones de litio, existen otras muchas tecnologías prometedoras para el almacenamiento de energía: las baterías de flujo, el almacenamiento mecánico y térmico, las centrales de bombeo y el aire comprimido son opciones cada vez más prometedoras.

Wood Mackenzie prevé que el despliegue mundial del almacenamiento a escala comercial alcance los 500 GW en 2031, lo que supone un cambio fundamental en la forma de gestionar la red. Al igual que la energía renovable que está impulsando su crecimiento, las baterías empleadas en la mayoría de los nuevos sistemas de almacenamiento que se están instalando han bajado considerablemente de precio. Eso permite una mayor integración de los sistemas de almacenamiento de energía en el funcionamiento de la red, más allá de la propia integración de las energías renovables.

¿Cómo funciona?

Unas celdas de batería relativamente pequeñas, muy parecidas a las que se utilizan en la electrónica de consumo, se disponen en módulos que, a su vez, se colocan en bastidores denominados «racks». Esos bastidores se alojan en contenedores o edificios construidos ad hoc y se conectan a la red mediante inversores (que convierten la electricidad de corriente continua, o CC, en corriente alterna, o CA, y viceversa). Eso permite al sistema de almacenamiento cargar y descargar la energía almacenada en función de las necesidades.

¿Es seguro?

Sí. Los avances en la tecnología y los materiales han incrementado enormemente la fiabilidad, la producción y la densidad de los sistemas de baterías modernos, y las economías de escala han reducido de forma espectacular los costes asociados. La seguridad es primordial para el uso continuado y generalizado del almacenamiento. De hecho, todos los proyectos de almacenamiento de energía deben incorporar sofisticados sistemas de gestión de las baterías y la energía, así como protocolos de operación y gestión para monitorizar, alertar e informar de todos los aspectos de la instalación, con múltiples capas de redundancia, 24 horas al día, 7 días a la semana. La prevención y mitigación de incendios es de suma importancia; y los requisitos y certificaciones independientes de la seguridad contra incendios han experimentado un rápido desarrollo e implantación en los últimos años.